Sunday, February 19, 2012

Desgracia en Honduras


Todo indica que la tragedia de la noche del martes en la Granja Penal de Comayagua fue iniciada por un preso que quemó un colchón y que gritó "Nos vamos a morir todos" sin que se sepa aún quién fue, ni el motivo. Se cree que son 377 muertos, aunque el número varía, pues algunos pudieron escapar y otros quedaron irreconocibles por las quemaduras, de modo que los familiares aún tienen incertidumbre, y las autoridades sanitarias tendrán que aclarar todavía las identidades y condiciones de los reos.
Los heridos o fallecidos por quemaduras, ahogados o por asfixia a causa del incendio en cárcel de Honduras, fueron atendidos en hospitales de Comayagua y de Tegucigalpa, separadas por 75 km.
Porfirio Lobo, Presidente de este país, suspendió a las autoridades de esta cárcel; la Comisión de Derechos Humanos y la Organización de Estados Americanos ordenaron una investigación; los medios cubren la nota entre varios testimonios llenos de luto, en lo que quedó de la Granja Penal de Comayagua, como un horno humano todavía oloroso a quemado.
Bandera de Honduras
Lo que no se hizo
Que las cárceles están sobresaturadas, con una infraestructura vieja y peligrosa; que cuando no son incendios son pleitos entre pandillas o "maras", que usan celulares a su antojo dentro de los penales.
Que a pesar de ser culpables de un crimen, los internos no merecen morir incinerados como en campos de concentración: atrapados en sus jaulas, sin nadie que les abriera las puertas. Una experiencia de este tipo no es para santificar a los delincuentes, pero tampoco para ignorarlos.
Aprender que no se aprende, que esta tragedia ha sido precedida por otras.
Aprender que las cárceles son una ficción de la seguridad, ¡porque no hay seguridad para nadie!, ni para los presos ni para la sociedad, los primeros pueden morir fácilmente adentro, y los otros pueden entrar fácilmente a causa de la pobreza, corrupción e impunidad de su país.
Incendio en cárcel de Honduras deja un gran dolor y la poca esperanza en soluciones de las autoridades que no pueden contra su delincuencia, ni dentro ni fuera de las rejas. Ha sido como si en Honduras se les hubiera subido el infierno a la tierra.

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